23-8-2012
Las vacaciones
estivales están llegando al final. Se nota en el ambiente; el nivel de ruidos y
algarabía está bajando el tono. Menos ruidos de los coches, y más fácil el paso
de cebra; menos colas en el spar y en el covirán; menos hombres ociosos sosteniendo la barra del bar. Han
desaparecido, las verbenas, las músicas estridentes y hasta el tocadisco de
Benito se ha parado y los disco esos de los años sesenta, han quedado dormidos
esperando otras vacaciones estivales.
Después de las
fiestas de agosto los veraneantes que habían arribado en el pueblo para
disfrutar del buen tiempo y del merecido descanso, junto con sus familiares que
dejaron en el pueblo; ya van cargando los maleteros del coche con esas inmensas
maletas y han empezado a desaparecer, carretera arriba, hacia Salamanca o
carretera abajo hacia Cáceres.
Habrá que recordar
aquello que plasmó un salmista en la biblia:
“al ir iban llorando llevando la semilla, al volver vuelven
cantando trayendo sus gavillas” esto pero al revés, “al venir vienen cantando
trayendo la semilla de la alegría y el júbilo al volver, se van llorando porque
dejaron atrás, familiares, amigos y la buena vida…
Llegaron
contentos, con las maletas, los cachivaches y artilugios veraniegos, porque
venían en busca de sus raíces, en busca de su tierra, en busca de sus mayores.
Pero ¡ay¡ todo se acaba, todo tiene fin, nada es para siempre y a soñar con el
nuevo verano que vendrá, pero sin saber cómo y si llegará para todos…
Autor: Florentino Gómez Martín.
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