(1579-1639)
(conocido como Fray Escoba) Su fiesta se celebra el 3 de Noviembre.
(conocido como Fray Escoba) Su fiesta se celebra el 3 de Noviembre.
Desde niño fue
Martín muy generoso con los pobres, a los que daba parte del dinero cuando iba
de compras. Su madre lo llevaba con frecuencia al templo. Su padre, gobernador
de Panamá, le procuró una buena educación.
Martín aprendió
el oficio de barbero, que incluía el de cirujano y la medicina general. Cumplía
bien su oficio, sobre todo en favor de los pobres, y aprovechaba la ocasión para
hablarles de Dios, y era tal su bondad que conmovía a todos. Por el día
trabajaba. Por la noche se dedicaba a la oración.
A los quince
años entró como terciario dominico en el convento del Rosario de Lima. Allí fue
feliz, sirviendo con humildad y caridad a los de dentro y a los de fuera.
Convirtió el convento en un hospital. Recogía enfermos y heridos por las calles,
los cargaba sobre sus hombros y los acostaba en su propia cama. Los cuidaba y
mimaba como una madre. Algunos religiosos protestaron, pues infringía la
clausura y la paz. La caridad está por encima de la clausura, contestaba Martín.
Sus rudimentarias medicinas, y más aún sus manos, obraban curaciones y milagros.
Su caridad se extendía a los pobres animalitos que encontraba hambrientos y
heridos.
Había muchos
vagabundos por Lima. Buscó dinero y fundó el Asilo de Santa Cruz para niños y
niñas. Allí les cuidaba y enseñaba una profesión.
Sus devociones
preferidas eran: Cristo Crucificado, y en recuerdo de los sufrimientos de Cristo
en la Cruz se daba tres disciplinas diarias. Jesús Sacramentado, y pasaba horas
ante el Santísimo con frecuentes éxtasis. La Virgen María -sobre todo bajo la
advocación del Rosario- con la que conversaba amorosamente. Y el ángel de la
guarda, al que acudía con mucha frecuencia. Luchaba tenazmente contra el sueño
en la oración.
Cuando la
viruela empezó a causar estragos en Lima, la actividad y los cuidados de Martín
se multiplicaron. A todas partes llevaba consuelo y remedio. Se cuenta que gozó
del privilegio de la multilocación (estar en varios lugares a la vez), pues le
veían curando y consolando simultáneamente en varios sitios. Todos acudian a él.
Todos le tenían por santo. Era el ángel de Lima.
Aquel esfuerzo
sobrehumano llegó a debilitarle peligrosamente. Cayó enfermo. Él sabia que no
saldría de aquella enfermedad. Sufrió entonces muchos ataques del demonio, pero
sintió el consuelo y compañía de la Virgen.
Cuando vio que
se acercaba el momento feliz de ir de gozar de Dios, pidió a los religiosos que
le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su alma a
Dios. Era el 3 de noviembre de 1639.
Su muerte causó
profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de todos,
singularmente de los más pobres. Todos se disputaban por conseguir alguna
reliquia. Toda la ciudad le dio el último adiós.
Su culto se ha
extendido prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró Beato el 1837. Fue canonizado
por Juan XXIII en 1962. Recordaba el Papa, en la homilía de la canonización, las
devociones en que se había distinguido el nuevo Santo: su profunda humildad que
le hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos
desvelos por atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por parte de
todo el pueblo, el hermoso apelativo de "Martín de la caridad".
(Tomado de: webcatolicodejavier.org/porres.html)
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