EL CUADRO DEL TANATORIO.
Vengo del tanatorio,
En la salita, junto al féretro hay un cuadro sobre la pared principal,
indeterminado, indefinido… ni para allá ni para acá, ni inmanente ni
transcendente, lo digo de la mejor manera que se me ocurre.
La muerte, cual
invierno de la vida, trae una primavera de la vida cuajada de flores de
chillantes colores; la nueva vida nace del invierno de la vieja y caduca vida,
bueno todo muy rebuscado.
En primer plano
tres velas casi acabadas con las llamas encendidas que se reflejan sobre un mar
de luz.
La esperanza en
forma de vela. la vela,encendida, casi consumida, la vida de acá, como la vela se consume, se
acaba y al consumirse y apagarse, se refleja en la esperanza de una vida más
allá de esta esperanza.
Bueno, me estoy
perdiendo, pero es que si no, no hay medio de buscarle la punta al cuadro. ¡Con
lo sencillo que hubiera sido un mensaje directo¡…”la representación de este
mundo se termina y comienza la realidad de una nueva tierra y un cielo nuevo”
como dice el libro del Apocalipsis.
Pero claro, habrá alguien que piensa que todo termina en
esa caja, del cristal para
allá. Ese cristal que
separa a los que estamos vivos del que
está al otro lado…
Escuché, cuando era niño,
en mi colegio, una frase que me heló la
sangre: “ante un cadáver una oración y hasta luego…” muy fuerte ¿verdad? Pero
muy real ¿no es cierto?
Como dice aquella canción de los sesenta:
“no nos queremos enterar”… y cuando queremos enterarnos ya no estamos en
condiciones de podernos enterar.
La vida, mi vida, todas las vidas, con una
dimensión cristiana, sí tiene sentido. Si pensara que en una caja de madera
termina toda una vida, mis sentimientos, mis pensamientos, mis ilusiones, mis
esperanzas, todo lo que he soñado, lo que he vivido, lo que he rezado, lo que
pedido, todo lo que he amado; sería lo más absurdo imaginado.
Hay vida después de la vida y si no la
hubiera habría que inventarla al menos para los que pensamos que sí la hay.
Sería todo muy cruel, muy, sin sentido.
Menos mal; creo firmemente que después de
esta vida hay otra vida, donde “no habrá ni luto ni llanto ni tristeza, ni
soledad ni separación; sin dolor, sin enfermedad sin nada que oscurezca la
verdadera felicidad. ¡clarísimo!
AZUL Y NIEVE.
Autor: Florentino Gómez Martín
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