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martes, 28 de agosto de 2012

PENSANDO, PENSANDO...


EL CUADRO DEL TANATORIO. 

  Vengo del tanatorio, En la salita, junto al féretro hay un cuadro sobre la pared principal, indeterminado, indefinido… ni para allá ni para acá, ni inmanente ni transcendente, lo digo de la mejor manera que se me ocurre.

    La muerte, cual invierno de la vida, trae una primavera de la vida cuajada de flores de chillantes colores; la nueva vida nace del invierno de la vieja y caduca vida, bueno todo muy rebuscado.

    En primer plano tres velas casi acabadas con las llamas encendidas que se reflejan sobre un mar de luz.

    La esperanza en forma de vela.  la vela,encendida, casi consumida,  la vida de acá, como la vela se consume, se acaba y al consumirse y apagarse, se refleja en la esperanza de una vida más allá de esta esperanza.

    Bueno, me estoy perdiendo, pero es que si no, no hay medio de buscarle la punta al cuadro. ¡Con lo sencillo que hubiera sido un mensaje directo¡…”la representación de este mundo se termina y comienza la realidad de una nueva tierra y un cielo nuevo” como dice el libro del Apocalipsis.

    Pero claro,  habrá alguien que piensa que todo termina en esa caja,  del cristal para allá. Ese  cristal  que  separa a los que estamos vivos del que  está al otro lado…

Escuché, cuando era niño, en mi colegio, una frase que me heló  la sangre: “ante un cadáver una oración y hasta luego…” muy fuerte ¿verdad? Pero muy real ¿no es cierto?

      Como dice aquella canción de los sesenta: “no nos queremos enterar”… y cuando queremos enterarnos ya no estamos en condiciones de podernos enterar.

     La vida, mi vida, todas las vidas, con una dimensión cristiana, sí tiene sentido. Si pensara que en una caja de madera termina toda una vida, mis sentimientos, mis pensamientos, mis ilusiones, mis esperanzas, todo lo que he soñado, lo que he vivido, lo que he rezado, lo que pedido, todo lo que he amado; sería lo más absurdo imaginado.

    Hay vida después de la vida y si no la hubiera habría que inventarla al menos para los que pensamos que sí la hay. Sería todo muy cruel, muy, sin sentido.

    Menos mal; creo firmemente que después de esta vida hay otra vida, donde “no habrá ni luto ni llanto ni tristeza, ni soledad ni separación; sin dolor, sin enfermedad sin nada que oscurezca la verdadera felicidad.  ¡clarísimo!

AZUL Y NIEVE.

Autor: Florentino Gómez Martín

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