SABORES
DE AYER…
La gaseosa casera tiene el mismo sabor que cuando los domingo por la
tarde, yo me acercaba mi padre, siendo pequeño; allá por los años sesenta.
El mismo e inconfundible sabor, con el mismo cosquilleo fruto de las
burbujas. Cierro los ojos y creo estar de pie junto a la mesa donde mi padre
jugaba la partida dominical. Oigo gritar: -Modesta, ponle un vaso de casera al
niño- todo un ritual, de ni infancia; me lo bebía de una sentada y ¡ala! A la
calle de donde había venido, o a escuchar la música del salón de baile de
Jacinto.(una batería, un saxofón y un
acordeón).
Por entonces me gustaba observar y escuchar con mucha atención todos los
sonidos y ruidos del campo, ¡eso si que era maravilloso!... el aleteo de la
tórtola, al atardecer, entre las encinas, el suave, casi impercetible ruido de las libélulas, el
silencioso posar de las mariposas en el corazón de las flores, el ruido sordo y
veloz del conejo a la carrera, por entre las jaras, el caótico revoloteo de la
perdiz sierra arriba acompañada de sus perdigones; y también el sonido
somnoliento del río sobre su lecho interminable, el agua de la fuente con su
monótono canto, siempre igual...siempre igual…mientras haya agua en su interior…
AZUL Y NIEVE.
Florentino.
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